Memoria y belleza intermitente
La memoria es un locus fecundus. Hace posible que el creador y el evocador engendren conjuntamente para la belleza intermitente un nuevo domicilio en el espíritu.
La memoria es un locus fecundus. Hace posible que el creador y el evocador engendren conjuntamente para la belleza intermitente un nuevo domicilio en el espíritu.
Siempre existe la belleza. Unas veces es evidente y otras no. La que apreciamos está soportada por otra invisible, y sin importar cuan recóndita sea esta, es imperecedera.
Quedan, sin embargo, pequeños rescoldos de aquel lenguaje portentoso según el cual decir y hacer eran una misma cosa. No todo es ceniza y viento.
La RAE y la Asociación de Academias definen el queísmo como «la supresión indebida de la preposición que precede a la conjunción «que».
En la aserción comunicacional el enunciador valora el significado, fuerza y efecto del enunciado más que su constatación de veracidad/falsedad.
En el autismo, la implicatura se lee como una explicatura, en su sentido literal, porque no se da el efecto contextual (espectro de posibles contextos aplicables a un enunciado).
Ese es, a un mismo tiempo, el sentido y drama de todo leguaje humano: que funge como esfuerzo para sortear el abismo semiótico, pero al cabo nos deja solos… en el silencio.
El hombre libre es aquel que contempla contextualmente la verdad en el bien común, y ello supone que su libertad adquiera una dimensión más plural y concitada con otras «libertades».