La escucha ontológica (I)
Tampoco se puede poner en práctica la escucha ontológica si, en lugar de oír profundamente el ser del otro, se construye un discurso cuyo referente es el yo.
Tampoco se puede poner en práctica la escucha ontológica si, en lugar de oír profundamente el ser del otro, se construye un discurso cuyo referente es el yo.
Hay, sin embargo, una diferencia sustancial entre la simulación y el silencio ontológico. En la primera, el acento está puesto en la máscara. En el segundo, el acento está en la ausencia del rostro.
Hay sociedades más mudas y sordas que otras. Y hay aquellas en las que el soplo de la muerte interior es un huracán gélido. En ellas todos gritan como los infelices del Infierno de Dante, pero nadie escucha.