Quien calcina un libro comete un crimen contra la cultura; quien incendia una biblioteca consuma un genocidio cultural.
El afato supone, en tanto que lenguaje, la ineludible modificación del tú enunciatario. Desde esta óptica, hablar es cambiar el mundo.
Lo que está al fondo en toda esta discusión, y es el punto al que quería llegar, no es otra cosa que el tema del analfabetismo tecnológico.
Viajamos hacia un mundo de una plasticidad temporal sin precedentes en el que los jóvenes necesariamente definirán una nueva relación ser-tiempo.
Viajamos hacia un mundo de una plasticidad temporal sin precedentes en el que los jóvenes necesariamente definirán una nueva relación ser-tiempo.
Nos globalizaremos en un nuevo orden en el que el hombre ya no sea el centro sistémico del pensamiento, sino el mundo.