Palomas, palabras y misterio
Somos las palomas que alguien más observa… y no lo sabemos. Incluso… quizás seamos observados más allá del tiempo y del espacio, y de las fronteras de este mundo que altivamente creemos único…
Artículos de Jerónimo Alayón, publicados en el diario El Nacional (Caracas).
Somos las palomas que alguien más observa… y no lo sabemos. Incluso… quizás seamos observados más allá del tiempo y del espacio, y de las fronteras de este mundo que altivamente creemos único…
Si el mundo es el discurso de la armonía cardinal, el hombre es su más elevado recurso discursivo.
El alma de la belleza —armonía oculta— establece un diálogo de opuestos con la belleza explícita, con lo cual se genera un equilibrio del que escasamente tenemos una vaga intuición. Hacer arte es participar de este coloquio.
La memoria es un locus fecundus. Hace posible que el creador y el evocador engendren conjuntamente para la belleza intermitente un nuevo domicilio en el espíritu.
Siempre existe la belleza. Unas veces es evidente y otras no. La que apreciamos está soportada por otra invisible, y sin importar cuan recóndita sea esta, es imperecedera.
Quedan, sin embargo, pequeños rescoldos de aquel lenguaje portentoso según el cual decir y hacer eran una misma cosa. No todo es ceniza y viento.
En la aserción comunicacional el enunciador valora el significado, fuerza y efecto del enunciado más que su constatación de veracidad/falsedad.
En el autismo, la implicatura se lee como una explicatura, en su sentido literal, porque no se da el efecto contextual (espectro de posibles contextos aplicables a un enunciado).