Mi flecha cruzó siete espejos hasta rozar el corazón de la eternidad / mi daga cortó en dos la flama del primer pebetero / y el filo de mi espada silbó la canción del ocaso sobre los cabellos del mundo.
Un hombre avanza hacia mí / cruzamos miradas / la muerte siempre tiene espejos en las pupilas.
En ese poema huíamos a Ávalon / nos hacíamos edredón de piel / en la bruma y tempestad sincopada
Oigo su voz / es apenas un susurro / en la oscuridad / Es la hija de la luz / y otra vez oigo su voz
He perdido los versos que sitiaban el humo dentro de los espejos / ellos imprecaban contra todas las nieblas / contra el viento del arrecife que clama mi nombre en la tumba de la madrugada
Esto que ves es solo un cuerpo / su alma hace mucho que se está despidiendo / años luz la separan de tu mundo