Sus pupilas moviéronse, tratando de esconder en vano el llanto: «Esta es la roca, el árido peñasco, que tanto deseé volver a ver; me gusta», murmuró; y de sus grandes párpados las lágrimas cayeron.
Kazantzakis, Odisea.
El amor es siempre Ítaca salmón de cristal en el río de Heráclito Esta isla de tus pupilas era también la soledad A menudo mi reloj es una herida abierta Tu recuerdo es una espada de humo que hiende el aire de mi calendario En él hay una fecha que ya no está un número imposible una cifra de cuarzo que mide la altura de mi dolor al caer desde las tinieblas de mis ojos sobre la mañana de mis pies II Calipso jaula de nubes barrotes de iridiscencia río de semicorcheas cristalinas demagoga del amor Un potente ocaso en mí pone fin a toda falsedad de la tarde El Sol siempre será una verdad incorrupta Él es el trono de la luz y tú amor la lágrima que nace bajo mis párpados heridos por la flecha de su luz ahora que eres memoria en mí III Sagrario de cristal es mi lágrima dolor de cuarzo estalactita del coraje Diamante roto de la soledad Semilla que se abre en el humo ¿Importa el tamaño de la lágrima? ¿Importa cuando soy Odiseo?

Alayón, Jerónimo. «La lágrima de Odiseo». Niebla (blog). 2 de febrero de 2022. | https://jeronimo-alayon.com.ve/blog/
© 2022 Jerónimo Alayón
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