Carta a Évangéline #13
La poesía, por tanto, es el lenguaje de lo inaccesible, del reflejo de eternidad que nos devuelve el universo cada vez que hay en nosotros un destello de inmensidad, de la misma inmensidad que nos hizo posibles un día…
Serie «Cartas a Évangéline» sobre la poesía, el poema y el acto creador poético.
La poesía, por tanto, es el lenguaje de lo inaccesible, del reflejo de eternidad que nos devuelve el universo cada vez que hay en nosotros un destello de inmensidad, de la misma inmensidad que nos hizo posibles un día…
No hay salvación sin Beatrice, sin Eurídice, sin Sophie, sin Aretusa… sin la luz de la amada que le recuerda al poeta que su misión es rasgar la noche del misterio con el trazo exacto del rayo que viaja en dirección a la armonía total.
Yo defiendo la voz plural, no la voz unánime. No se trata de diluir el yo, sino de que dialogue con el todo desde la singularidad de su voz devenida en voz caleidoscópica.
El verbo filosófico es la liturgia del hierofante que convoca en sí mismo el misterio para comprenderlo y asumirlo. El verbo poético, por su parte, es el conjuro del taumaturgo que regresa al mundo una porción redimida de su armonía más oculta (el poeta es un liberador del logos mudo).
Cuando la razón poética deviene en discurso, la palabra es una frontera impostergable. Todo ese caudal de intuiciones estéticas cae en el texto como el afluente de un río y, con frecuencia, ocurre que el cauce del verbo es más estrecho que el del raciocinio poético.
Suele creerse que la razón solo se nutre de experiencias sensibles que, en su intersección con nuestra memoria estética, deviene en poética hasta procurar la posibilidad de su eco en el poema. Sin embargo, ¡cuánto hay de noumenal en la poesía y en el arte!
La obra de arte es aiónica, por tanto, se halla exiliada del tiempo cronológico. Su reino es el de la temporalidad de cada cual, a la que corresponde un tiempo único e irrepetible: el del ser.
Esta es la razón de ser del viaje de los poetas órficos: caerse del mundo, muy lejos de sí mismos y de la vanidad… llevar a cabo la expedición de Orfeo, Dante, Alfeo y tantos otros…