Carta a Évangéline #13
La poesía, por tanto, es el lenguaje de lo inaccesible, del reflejo de eternidad que nos devuelve el universo cada vez que hay en nosotros un destello de inmensidad, de la misma inmensidad que nos hizo posibles un día…
La poesía, por tanto, es el lenguaje de lo inaccesible, del reflejo de eternidad que nos devuelve el universo cada vez que hay en nosotros un destello de inmensidad, de la misma inmensidad que nos hizo posibles un día…
No hay salvación sin Beatrice, sin Eurídice, sin Sophie, sin Aretusa… sin la luz de la amada que le recuerda al poeta que su misión es rasgar la noche del misterio con el trazo exacto del rayo que viaja en dirección a la armonía total.
Yo defiendo la voz plural, no la voz unánime. No se trata de diluir el yo, sino de que dialogue con el todo desde la singularidad de su voz devenida en voz caleidoscópica.
El verbo filosófico es la liturgia del hierofante que convoca en sí mismo el misterio para comprenderlo y asumirlo. El verbo poético, por su parte, es el conjuro del taumaturgo que regresa al mundo una porción redimida de su armonía más oculta (el poeta es un liberador del logos mudo).